En esta nueva edición de Y de repente la noche abrimos la mirada hacia nuestros cielos. Conversamos con Mariano Peter, referente del Observatorio Astronómico de Oro Verde, que nos visitó en vivo para hablar de lo que podemos descubrir en las noches de invierno y de cómo ese conocimiento ilumina también nuestra vida en la Tierra.
«El cielo de invierno es el más rico para la observación. Claro que hay que soportar el frío, pero vale la pena. Tenemos la mejor vista de nuestra Vía Láctea, justo el centro de nuestra galaxia. Y además, la mayor concentración de objetos de espacio profundo: cúmulos de estrellas, nebulosas, galaxias. Algunos no se ven a simple vista, pero con binoculares o telescopios aparecen como manchas que, al observarlas, revelan estructuras hermosas. La gente suele llegar con la expectativa de ver la Luna o algún planeta, pero cuando descubren estos objetos se sorprenden mucho más» explica Mariano Peter en esta entrevista.
—Hablás de “objetos de espacio profundo”. ¿A qué te referís exactamente?
—Distinguimos entre los objetos cercanos —el Sol, la Luna, los planetas, cometas o asteroides— y los que están a años luz de distancia: estrellas, nebulosas, galaxias, cúmulos estelares. Estos últimos son los que forman la gran galería del invierno. Algunos, como los cúmulos globulares, reúnen millones de estrellas. Otros, como las nebulosas, son nubes de gas y polvo donde están naciendo nuevas estrellas. Allí están también los elementos químicos que forman planetas y seres vivos, los mismos de los que estamos hechos nosotros.
—¿Podemos decir entonces que mirar el cielo es también mirar el origen de la vida?
—Exactamente. Cada vez que observamos una nebulosa estamos viendo los materiales con los que se forman soles, planetas y seres vivos. La pregunta de si hay vida en otros mundos no es una fantasía: sólo en nuestra galaxia hay más de 400 mil millones de estrellas y ya se han descubierto miles de planetas que orbitan otras. Matemáticamente es imposible que estemos solos.
—¿Y qué pasa con la vida en condiciones extremas? Lo vimos en los océanos, con los descubrimientos recientes de los investigadores argentinos… ¿ocurre lo mismo en el universo?
—Sí. En las profundidades marinas, donde no hay luz y la presión es aplastante, se han encontrado organismos que sobreviven gracias a fumarolas hidrotermales. Eso nos da pistas para pensar que en otros mundos —como Europa, la luna de Júpiter, o Encélado, de Saturno— puede haber vida en océanos subterráneos. Incluso en lugares impensados como Plutón, donde las misiones descubrieron indicios de agua líquida bajo el hielo.
—¿Qué importancia tiene entonces conocer lo que pasa en el cielo para quienes vivimos en la Tierra?
—Carl Sagan lo resumió muy bien: “Al estudiar otros mundos, protegemos el nuestro”. Muchas de las amenazas que hoy enfrentamos, como el cambio climático, las comprendimos mirando a otros planetas. El efecto invernadero descontrolado lo conocemos gracias a Venus. La falta de ozono y sus consecuencias, gracias a Marte. Observar el universo no es un lujo: es una manera de anticiparnos a problemas que ya nos están alcanzando.
— ¿Cómo puede acercarse la gente al Observatorio?
—El Observatorio de Oro Verde abre sus puertas con actividades programadas, noches de observación y propuestas educativas. Invitamos a todas y todos a acercarse, a mirar el cielo con otros ojos. Porque cada vez que descubrimos un objeto, cada vez que nos asomamos al telescopio, lo que realmente vemos es una parte de nuestra propia historia en el universo.