“Fuimos tirando hilos, uniendo puntos y armando la trama”, dice Sol Villela, licenciada en Ciencias de la Comunicación, productora y docente de la Universidad Nacional de Salta. Junto a María Laura Morales, de la Universidad Nacional de Lanús, coordina el taller de podcast Tejiendo voces, una propuesta que busca abrir espacios de expresión para mujeres privadas de la libertad.
La iniciativa nació de la inquietud de las propias detenidas. “Son chicas que ya hicieron la primaria, hicieron la secundaria dentro de la unidad, y ahí se corta la oferta educativa para las mujeres. Eso fue un disparador: empezaron a preguntar quién podía colaborar y así se fue hilando esta red”, explica Vilhena.
El podcast apareció como la herramienta más viable. “Las chicas querían hacer radio, pero no teníamos recursos. Yo me dedico a lo audiovisual, pero María Laura es especialista en radio, y sumamos a Flor Ríos, que trabaja en podcast. Nos entretejimos entre las cuatro para armar los talleres. Cynthia Herrera nos acompaña desde la presencialidad y nosotras desde la virtualidad”, cuenta.
En las primeras clases surgieron los temas: educación en contextos de encierro, salud mental, maternidad y partos dentro de la cárcel, historias de vida, Malvinas. “Todavía estamos en la etapa de ideas, de preproducción, pero la posibilidad está en que ellas puedan hablar de lo que quieran, ocupar su tiempo en algo que las hace protagonistas”, destaca Villela.
El taller también se sostiene en una mirada feminista. “Somos mujeres llevando adelante un espacio para mujeres, y también participan compañeras del colectivo LGBTQ+. Yo trato que el enfoque sea desde epistemologías feministas, para que ellas puedan reflexionar sobre su lugar como mujeres en el encierro. No es casual que estemos acá. El sistema expulsa, y lo hace con más crudeza sobre las mujeres”, afirma.
Las historias que emergen son duras. “Una compañera va a cumplir 70 años en la cárcel. Jamás pensó pasar esa edad en encierro. Todos le dicen ‘la abuela’, y sueña con conocer a sus nietos. Es muy movilizador. Además, estadísticamente, las mujeres son las que menos visitas reciben. Los varones suelen tener a la madre o la pareja, pero para ellas la posibilidad se reduce. Eso también es desigualdad”, señala.
Desde la Facultad de Humanidades de la UNSa, la Comisión de Educación en contexto de privación de la libertad sostiene este proyecto. “Es militar y apropiarse de esos espacios. No creemos en la ‘reinserción’: ellas nunca salieron de la sociedad. Hablamos de acompañar la vida en libertad, de construir colectivamente otras posibilidades”, insiste Vilhena.
Tejiendo voces articula universidades, colectivos y experiencias de distintas provincias. Pero sobre todo abre un micrófono en el lugar más negado: la cárcel. Un hilo que, entre rejas, sigue buscando la manera de enlazar resistencias y crear memoria.
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