Soledad Deza, abogada feminista

Soledad Deza: «La autonomía de las mujeres molesta»

La película Belén, dirigida por Dolores Fonzi, narra la historia de una joven tucumana que en 2014 fue acusada de homicidio agravado luego de haber sufrido un aborto espontáneo. La joven estuvo presa 29 meses y tras un arduo litigio, recuperó su libertad. Aquella causa se transformó en un emblema del movimiento feminista argentino y en una denuncia contra la criminalización de las emergencias obstétricas.

Soledad Deza, abogada feminista y defensora de Belén, fue testigo y protagonista de esa batalla judicial, social y política. En entrevista con Y de repente la noche, repasa las emociones que despierta el estreno de la película, el recorrido de la lucha y la vigencia de un reclamo que sigue interpelando a la justicia y a la sociedad.

—Soledad, ¿qué te genera ver en pantalla esta historia que defendiste hace nueve años?
—Es muy movilizante. Parece que hubiera pasado mucho tiempo, pero en realidad son apenas nueve años. Está todo muy fresco: las emociones, los recuerdos, la red en la que nos sostuvimos en ese momento. Y a la vez creo que la película es esperanzadora, porque puede ayudar a otras “Belén” que estén tumbadas como estuvo ella, quizás en cárceles de otros países, o incluso procesadas sin estar presas. La criminalización de una emergencia obstétrica no se reduce a la prisión: el proceso mismo ya es un castigo.

La película fue reconocida en festivales internacionales, lo que, para Deza, amplifica el impacto político y social del caso: “Cuando el cine toma una historia así y el mundo la reconoce, se incrementa la posibilidad de ayuda. No sólo visibiliza, también interpela”.

—¿Creés que esta visibilización vuelve a poner en agenda los derechos conquistados?
—Sí. Porque la autonomía de las mujeres molesta. Molesta que decidamos vivir libres de violencia, molesta que decidamos si queremos tener hijos o no, molesta que nuestros hijos reciban educación sexual, molesta sobre todo el derecho al aborto, porque desafía al mandato patriarcal que organiza familia, sexualidad y reproducción. No es casual que las derechas en todo el mundo hayan elegido al feminismo como blanco de ataque, ni que en Argentina el presidente haya declarado la guerra a mujeres y diversidades apenas asumió.

La abogada tucumana insiste en que cada derecho conquistado fue producto de luchas colectivas: “Nada nos fue regalado. Lo que tenemos lo conquistamos. Esa memoria reciente nos recuerda una mejor versión de la sociedad: una sociedad que no nos quiere presas ni nos trata de asesinas”.

—El caso Belén también marcó un antes y un después en la justicia. ¿Cómo lo recordás hoy, a la distancia?
—Para mí fue un gran desafío, porque ya había defendido mujeres criminalizadas por aborto, pero nunca a una que estuviera presa. Sentí la necesidad de hacer una defensa técnica sólida. Yo no creo que un caso se gane sólo en la calle: se gana dentro del proceso con argumentos jurídicos, con perspectiva. Claro que la movilización social amplifica y acelera, pero no sirve uno sin lo otro.

En aquel entonces se conformó la Mesa por la Libertad de Belén, que articuló desde Tucumán hasta llegar a nivel nacional. Para Deza, esa estrategia fue clave: “Históricamente Argentina se comporta de manera centralista: lo que no ocurre en Buenos Aires parece no existir. Haber nacionalizado desde Tucumán, una provincia conservadora del norte, una demanda de justicia reproductiva, fue histórico. Y que ahora se haya hecho una película con mirada federal, con actrices tucumanas, santiagueñas, sanjuaninas, también lo es”.

—En varias ocasiones señalaste que la abogacía feminista implica un modo particular de ejercer el derecho. 
—El derecho es autoritativo, se legitima a sí mismo y muchas veces se enmascara como un lenguaje inaccesible. Nuestro desafío es traducirlo, hacerlo comprensible, que la sociedad empatice. En el caso Belén no llevamos nuevas pruebas: mostramos otra lectura de las mismas pruebas. Ahí estuvo la diferencia. La abogacía feminista, además, exige interdisciplina: articular lo jurídico con medicina, psicología, trabajo social. Porque la justicia presume estereotipos: que toda mujer sabe cuándo está embarazada, qué síntomas son de aborto o de parto. Esa mirada arrasa con la presunción de inocencia.

Para Deza, esa traducción social y técnica es lo que dificulta que los tribunales apliquen estereotipos de género: “Cuando la abogacía feminista hace bien su trabajo, le resulta mucho más difícil a la justicia sostener prejuicios”.

La película Belén no es sólo un relato artístico, es también un documento político y social. Una memoria viva que interpela, nueve años después, sobre qué justicia y qué sociedad queremos.


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