La historia bajo ataque: una conversación con Cata Cabana

Cata Cabana, licenciada en Historia, analista política, profesora de arte, filosofía y ética, y ensayista, conversó con el programa Y de repente la noche sobre la creciente confrontación con la historia en el contexto actual. Cabana señala que la gestión gubernamental vigente presenta una narrativa histórica sesgada, apoyada en titulares sin profundidad ni respaldo en fuentes historiográficas. Esta práctica, según explica, se ve reforzada por la ausencia de historiadores en la comunicación oficial, en la que se recurre en cambio a politólogos o sociólogos. Cuando los historiadores intentan corregir estas inexactitudes, son ignorados o silenciados, y sus argumentos son descalificados como simples «opiniones». Este fenómeno, advierte Cabana, se asemeja a la propagación de información errónea en plataformas como TikTok, donde predominan la brevedad y la falta de verificación.

La historiadora vincula esta manipulación del pasado con una política de Estado que incluye el desfinanciamiento de institutos de investigación histórica, el CONICET y la eliminación de becas de investigación. Además, menciona la remoción de directores de museos con ideas divergentes, reemplazados por personas afines al discurso oficial. Como ejemplo, cita la destitución de Gabriel Di Meglio al frente del Museo Nacional de Historia. Este proceso, afirma Cabana, se asemeja a lo descripto por Noam Chomsky en Requiem for the American Dream, donde se analiza el desmantelamiento del pensamiento crítico. En este marco, señala que la crítica presidencial al llamado «pensamiento wok» apunta, en realidad, contra el pensamiento crítico, al que el gobierno busca silenciar. Cabana sostiene que la administración actual pretende una población pasiva, sin pensamiento propio, que consuma información superficial sin cuestionarla.

La falta de apoyo a la cultura nacional se refleja —según la historiadora— en decisiones como la programación de películas como Toy Story en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires durante las vacaciones de invierno, en lugar de producciones argentinas. Critica también la ausencia de incentivos a la industria cinematográfica local, argumentando que el subsidio a películas masivas no estimula la creación nacional. Cabana concluye que la manipulación de la historia persigue el borrado del pasado y el silenciamiento de voces disidentes, pero afirma que los historiadores deben resistir esta tendencia y visibilizar ejemplos históricos de acciones que sí funcionaron.

Cabana compara la situación actual con períodos como la década menemista, aunque advierte que el tono de intolerancia e imposición absoluta es hoy más preocupante. Señala la agresividad del discurso público, ejemplificada —según ella— por el presidente, a quien identifica como la persona física que más insultos profiere en redes sociales. Esta violencia, sostiene, se extiende a la sociedad, generando miedo y censura. La historiadora expresa su preocupación por la ruptura del pacto social y la pérdida de esperanza, producto de la desmoralización y de la falta de unidad en la oposición. Finalmente, hace un llamado a reconstruir el pacto social, a revalorizar lo nacional y a resistir la manipulación de la historia y la cultura.

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