El Instituto Provincial del Cáncer (IPC), dependiente del Ministerio de Salud de Entre Ríos, es una de las instituciones clave para la prevención, diagnóstico y tratamiento oncológico en la provincia. Creado por ley en 2013 y refundado en 2018, el instituto trabaja en la detección temprana, la atención integral y el acompañamiento a pacientes y familias, incorporando además programas de cuidados paliativos, oncopediatría y asesoramiento genético.
En diálogo con Y de repente la noche, su director, Nicolás Fernández, detalla los desafíos actuales de la institución, el impacto de los cambios a nivel nacional y la importancia del autocuidado como estrategia central frente al cáncer.
Respecto de las funciones de la institución Fernández reseña que el IPC gestiona e implementa programas amplios que abarcan diferentes niveles de atención en salud: desde los centros de salud (primer nivel), hospitales de mediana y baja complejidad (segundo nivel) hasta hospitales de referencia (tercer nivel). Intenta integrar estos niveles y promueve la salud a través de campañas y difusión de información, haciendo hincapié en el autocuidado y la consulta médica antes de la aparición de síntomas. Un tumor del tamaño de un garbanzo no genera síntomas; uno del tamaño de una papa sí, y en ese momento el tratamiento es más complejo y con menos probabilidades de éxito.
¿Cómo se enfrenta el estigma asociado a la palabra “cáncer”?
Culturalmente, el cáncer se asociaba con la muerte. Hoy, el diagnóstico no es sinónimo de muerte, ni de enfermedad terminal. Trabajamos para resignificar la palabra y la enfermedad, evitando discursos bélicos (“lucha contra el cáncer”) que pueden desmerecer a quienes no sobreviven. Colaboramos con especialistas en salud mental para abordar este aspecto.
La reestructuración del Instituto Nacional del Cáncer ha impactado en el financiamiento y la provisión de insumos. ¿Cómo afecta esto al IPC?
La reestructuración, que no implicó la desaparición del Instituto Nacional, pero sí afectó su presupuesto y la agilidad administrativa. Muchos programas de prevención (cáncer cervical, colorrectal y de mama) dependían de recursos nacionales, como insumos (test de HPV, test de sangre oculta en materia fecal) y equipamientos (torres de endoscopía, mamógrafos). Ahora, las provincias deben hacerse cargo de estos costos, lo que dificulta la implementación de los programas.
¿Qué hay sobre la relación entre factores ambientales (fumigaciones, antenas) y la incidencia del cáncer? ¿Existen estudios en la provincia?
Se necesitan un factor genético y uno ambiental para que se desarrolle un cáncer. Si bien sabemos que los factores ambientales influyen, medir su impacto es complejo. Existen estudios observacionales que buscan correlaciones, pero no hay estudios que establezcan una vinculación directa entre un factor ambiental específico y un aumento de casos de cáncer en una población determinada. Estos estudios requieren mucho tiempo, recursos y un control riguroso de las variables.
¿Qué mensaje debe tener en claro la población?
El autocuidado es fundamental. Es importante buscar atención médica antes de la aparición de síntomas, prestar atención a la información disponible y priorizar la salud. El aspecto emocional también es crucial, ya que influye en nuestro comportamiento y en nuestro autocuidado. Cuanto antes se interiorice el autocuidado, mayores beneficios se obtendrán.
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